27 años
comprometidos por la Paz
La paz es otra vez, con más urgencia y claridad,
una prioritaria tarea mundial que abarca diversas dimensiones;
desde los conflictos específicos hasta la preocupante
problemática imperialista e internacional
+Jtatik Samuel Ruiz García
El 8 de julio de 2023, la Comisión de Apoyo para la Unidad y la Reconciliación Comunitaria (CORECO) cumplimos 27 años de haber sido fundada, gracias a la iniciativa de la Diócesis de San Cristóbal siendo obispo Monseñor jTatik Samuel Ruiz García, a la entonces Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), a las organizaciones de la sociedad civil de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos Los Derechos para Todas y Todos” y Alianza Cívica Nacional.
En estas casi tres décadas de caminar por la construcción de paz y la unidad al lado de los pueblos indígenas y campesinos, la organización ha sido testigo de las diversas estrategias y políticas de estado hacia los pueblos originarios. Desafortunadamente, la relación de respeto entre los pueblos originarios y el Estado mexicano, firmado en los Acuerdos de San Andrés, son letra muerta. Persiste una cultura política de discriminación, manipulación, invisibilización y disputa de sus territorios y población.
El Estado representado por los tres niveles de gobierno tienen sus esfuerzos dirigidos a la construcción de los megaproyectos prioritarios, por lo que ha desplegado a sus elementos militares y de la Guardia Nacional a un ritmo cada vez más acelerado, sin que eso tenga ningún efecto para reducir la violencia causada por grupos criminales. Muy por el contrario, la protesta y la defensa de los derechos humanos siguen siendo criminalizadas y los recursos de seguridad del Estado son utilizados en contra de los grupos que se oponen al despojo que implican estos proyectos.
Las comunidades en Chiapas se encuentran ante una situación de violencia sin precedentes, la guerra continúa con otra cara más abierta y descarnada por la disputa de los territorios y el control de la frontera y de la población. El proyecto autonómico que se mantiene cotidianamente en diversas comunidades es atacado con actos cada vez más violentos, entre ellos: detenciones, asesinatos, desapariciones forzadas, tortura, quemas de casas, escuelas, desplazamientos forzados, despojo de sus territorios.
También los jóvenes están siendo reclutados forzadamente ante la impotencia de sus familias para los fines de las organizaciones criminales, coartando su proyecto de vida. Los daños al tejido social que este panorama está teniendo son ya evidentes en el seno de las familias, las organizaciones vecinales y la comunidad en general.
En este contexto, CORECO ha decidido continuar el desafío de trabajar por la unidad y la construcción de paz, para llegar a la población joven de las comunidades indígenas y campesinas, así como seguir fortaleciendo el trabajo con las mujeres. A la par, mantenemos nuestros compromisos con los y las constructoras de paz que han dado sentido a nuestro caminar desde hace veintisiete años, mismos que celebramos hoy y que nos hacen exigir el fin del acoso y las agresiones de grupos armados a las comunidades organizadas para la construcción de la paz, la justicia la dignidad y su inalienable derecho a la libre determinación.
También estamos llamadas a reconocer el trabajo de las organizaciones locales, nacionales e internacionales que nos han acompañado en este camino por la paz, sin importar las fronteras ni las diferencias, sino el aporte de construir paz con justicia y con dignidad.
Un año más de existencia implica compromiso con propósito para impulsar las acciones de los y las constructoras de paz, quienes han mantenido su determinación para propiciar el Buen Vivir en sus comunidades. Para ellos y ellas, destinamos nuestra admiración y esperamos seguir caminando y aprendiendo de manera conjunta.
A las comunidades y organizaciones que resisten mediante proyectos alternativos con el uso de abonos orgánicos, semillas nativas, medicina tradicional, trabajos colectivos, que día a día trabajan por la unidad, la autonomía, la justicia restaurativa y el respeto a sus derechos, que construyen vida comunitaria, educación, espiritualidad y nuevas relaciones de género, nuestro reconocimiento, solidaridad, ánimo y gratitud para seguir construyendo unidad para el Buen Vivir.